Soy de esa generación de mujeres que de adolescente se ilusionaba al pensar en el día de su boda.
Imaginar ese momento llevando un super vestidazo en el que te dejaste todos tus ahorros.
Visualizar a tu amor esperándote en el altar.
Fantasear con el lugar al que irías en tu viaje de novios…
Si eres de esa generación de mujeres, lo que nunca se te pasaría por la cabeza fue la posibilidad de que después de ilusionarte con ese acontecimiento.
Después de organizarlo todo para que fuera tal y como lo habías soñado.
Tu pareja, esa por quién lo habías apostado todo, se arrepintiera y cancelara la boda.
Cuando recibes esa noticia el mundo se para. Es como si te salieras de la realidad y te convirtieras en un mero espectador de la situación.
Te quedas paralizada en una constante negación.
Entras en estado de hibernación y permaneces ahí, congelada, sin poder moverte, sin poder reaccionar.
El despertar
Los días posteriores comienzas a despertar de la pesadilla y empiezan a brotar dentro de ti un cóctel de sentimientos: rabia, traición, estafa, desengaño, desilusión, tristeza, vergüenza, desconcierto, inseguridad.
Cuando vives esa experiencia no quieres creer lo que te ha pasado e intentas encontrar respuestas.
Buscas las razones por las que tu pareja, después de convivir durante tantos años a tu lado, decide dejar la relación justo cuando lo tienes todo listo para casarte.
¿Pero estamos locos o qué?
Lo cierto es que después de que esto me sucediera y tras pasar por mi proceso de duelo, empecé a darme cuenta de que él ya tenía la decisión tomada desde hacía tiempo.
El ya lo sabía
En realidad, él nunca quiso casarse, nunca estuvo preparado para ello porque lo que le unía a mí era de todo menos amor.
Y cuando los cimientos de una relación no están hechos de un amor sólido e incondicional.
Si lo que une a esa pareja son otras cosas que nada tienen que ver con el amor como: comodidad, interés, seguridad, dependencia,…
En realidad la pareja no existe y en esa relación hay una ecuación fallida porque TU + YO no es igual a NOSOTROS.
Tu pareja no se levantó el día de la boda y pensó “no me apetece un carajo casarme”… ¡NO, esto no fue así!
En realidad nunca quiso dar ese paso pero accedió a hacerlo por otras razones: presión, tener una edad en la que supuestamente “toca casarse” y otros motivos varios.
Mientras la boda estaba en fase de preparación tu pareja veía ese momento desde la lejanía, como un punto perdido en algún lugar del horizonte, sin ser consciente del todo de que ese momento terminaría llegando.
Y claro, cuando ya lo tienen encima.
Cuando están a dos minutos de dar el “sí, quiero”.
Les entra el acojone máximo y al verse con un pie sobre el precipicio deciden tomar la decisión que han estado postergando mes tras mes, y se dan la vuelta.
Es la sensación de estar con el agua al cuello lo que les hace darse cuenta de que el tapón estaba al alcance de su mano y que solo tenían que tirar de él, pero no han querido verlo antes por miedo y cobardía.
Falsa Valentía
Después de vivir esta experiencia muchos me dijeron que en realidad esa persona fue muy valiente por haber cancelado la boda en lugar de meterse en algo que estaba abocado al fracaso, ¿me lo estás diciendo en serio?
Valiente es aquel que tiene claro lo que quiere y va a por ello.
El que toma las riendas de su vida y no deja las decisiones más importantes (como casarse) en manos de condicionamientos y presiones.
El que se enfrenta a la realidad de sus sentimientos en lugar de mirar para otro lado.
El que tiene la generosidad suficiente como para darse cuenta de que tu pareja merece saber que en realidad no te quieres casar y decírselo antes de que ella se monte castillos en el aire.
El que toma decisiones en el momento en el que las tiene que tomar, y no porque viene el lobo y te come.
Así que, si os han dejado plantadas en el altar o cancelado la boda cuando ya estaba todo listo, sé muy bien como os habéis sentido.
Vuestro dolor no se debe solo al hecho de que hayan cancelado una boda.
Lo que en realidad os duele es que hayan roto un proyecto de vida en el que teníais puestas todas las lusiones, y sobre todo, que hayan esperado a ese día para soltar la bomba.
Si eres una de estas mujeres a las que han dejado plantada en el altar camina con la cabeza bien alta y dale las gracias a la vida por haber quitado de tu camino a una persona que no se merecía tu amor.
¡El amor no está hecho para cobardes!